Me gustaría compartir con ustedes este relato de Jorge Bucay "Las ranitas en la nata". Fue el primer relato que expuse en el hospital de día de Onco-Hematología del Hospital en el que trabajo hace ya unos años y el relato comienza así:
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.
Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: - “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: - “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mí último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”.
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.
Durante muchos meses a través de un cuestionario de satisfacción, estuve recogiendo los comentarios de pacientes y familiares respecto a que suponía para ellos la lectura de estos relatos. He elegido uno de ellos, se trata de un chico joven de 31 años y su comentario fue: "Tengo que decir que el cuento de la ranita en la nata, he tenido la suerte de leerlo cuando comenzaba con la quimioterapia y creo en mí una actitud positiva que aún conservo. Es más, tal eran mis comentarios al respecto, que mis amigos me regalaron una rana de plástico "claro" a la que tengo mucho aprecio".
Las metáforas y los cuentos han constituido siempre un importante instrumento dentro de la psicología infantil, como dice Bucay (2008) “LOS CUENTOS NOS SIRVEN PARA DORMIR A LOS NIÑOS PERO TAMBIÉN PARA DESPERTAR A LOS ADULTOS".
Montse Parejo
Psico-Oncóloga
pues ya me he hecho seguidora tuya y evidentemente leerá todas tus historias. Me alegro que al final te hayas subido a esto del blog, ya verás como engancha. Me gusta. Enhorabuena.
ResponderEliminarComo la ranita que se rindió están los cementerios llenos, nunca debemos de rendirnos. Eso también se puede aplicar al padel... no dejes nunca una pelota por perdida.
ResponderEliminarUn beso y síguenos despertando con tus cuentos.