sábado, 13 de noviembre de 2010

El león que tenía sed

Cuántas veces en la vida quieres y necesitas cambiar en algunos aspectos tuyos y no accionas nada, quedándote cavilando, analizando, evaluando, una y mil veces, sin hacer lo que tienes que hacer. ¿Por qué?
En primera instancia porque necesitas “tener la seguridad” de que todo va a salir bien o como lo habías programado, y no quieres correr riesgos, vas en busca de la seguridad sobre todo, y como seguro no hay nada, salvo la propia vida, y esto es relativo, evitas hacer lo que quieres hacer. Y por supuesto, te informo que la emoción que paraliza cualquier cambio es el MIEDO.
De todas las emociones que amargan a las personas - y son muchas-, la gran familia que forman la angustia, la timidez, la inquietud, el terror, la vulnerabilidad…., es la que más me ha preocupado, y la experiencia me dice que no es una rareza mía. Hobbes el gran filósofo inglés, escribió una frase terrible, que podríamos asumir todos: “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo”.
Sabemos que la mayor parte de los miedos se aprenden. Y también pueden desaprenderse. El miedo es la emoción provocada por la presencia de un peligro y nos sirve para ponernos a salvo. Se convierte en un problema cuando lo sentimos aunque no haya peligro real o cuando dura demasiado tiempo o es muy intenso. A veces nos atenaza un miedo sin que haya una amenaza real. Es una ansiedad que no sabemos explicar, que nos “encoge el estómago”, la angustia. Quién la sufre se siente asustado continuamente, como si esperara un mal que no sabe precisar. Junto con la depresión- con la que está estrechamente relacionada-, es el malestar que lleva a más gente a las consultas médicas o psicológicas. Ambas son experiencias demoledoras.
La metáfora del león que tenía sed nos puede ayudar a valorar la importancia de la experiencia para superar nuestros temores.
En una ocasión, un león se aproximó hasta un lago de aguas espejadas y cristalinas para calmar su sed. Al acercarse a las mismas vio su rostro reflejado en ellas y pensó:” ¡Vaya, este lago debe ser de este león. Tengo que tener mucho cuidado con él!” Atemorizado se retiró de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas. Allí estaba otra vez “el león”. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano. Retrocedió, volvió a intentarlo y, al ver al “león”, abrió las fauces amenazadoras pero, al comprobar que el otro “león” hacía lo mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero ¡era tanta la sed! Varias veces lo intentó de nuevo y siempre huía espantado. Pero como la sed era cada vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber el agua del lago sucediera lo que sucediera. Así lo hizo. Y, al meter la cabeza en las aguas, ¡el león desapareció!”

Reflexión:
Si el león no hubiera tomado esta decisión seguiría con su miedo e, incluso, se hubiera acrecentado y le hubiera creado un grave problema: hubiera muerto de sed. Lo que hizo que el miedo desapareciera fue exponerse a aquello que temía y lo hizo porque beber era importante para él. Cuando nos exponemos descubrimos a menudo “que no era para tanto”.
Hay personas que pueden decir que nunca han sentido o experimentado la envidia, celos o agresividad, pero no hay nadie que pueda decir que no ha sentido miedo. La especie humana es la más miedosa de la naturaleza, porque a los miedos reales añade los miedos imaginarios, lo que produce muchas desdichas que podrían evitarse. Desactivar estos miedos creados es primordial si queremos vivir una vida feliz y digna.
Porque la verdad, es que cuando nos quedamos en la queja y el dolor, sin ponernos en funcionamiento para intentar obtener un nuevo resultado  o estado, es como escudarse en los “no puedo”, cuando en realidad si puedes, lo que sucede es que tienes miedo y por ese miedo más de una vez injustificado, no accionas lo que necesitas, es como quedarte con los “noes” de la vida, en vez de buscar los “sies” que te rodean.
Es importante que entiendas que el miedo es una emoción como cualquier otra, sólo que le otorgas una dimensión y un significado, en donde pasa a tener todo el poder sobre cualquier cosa novedosa que quieras realizar hoy. En la medida que aceptes que el miedo es parte del camino que tienes que recorrer para tu crecimiento y mejora, es la posibilidad que te brindas a ti mismo de modificar y cambiar aspectos que hasta hoy impidieron que fueras feliz.
Te propongo aceptar el juego y el desafío de aprender, tengas la edad que tengas, peor no vas a estar y corriendo y atravesando miedos es mejor que quedarse paralizada/o, y como última idea, SI NO ES AHORA, CUÁNDO……
Montse Parejo
Psico-Oncóloga

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