Todos sabemos que el dominio de la enfermedad está invadido por la emoción y por el miedo. Nuestra fragilidad emocional ante la enfermedad se asienta en la ingenua creencia de que somos invulnerables. Cuando se nos presenta una enfermedad, esta creencia se hace añicos, se destruye la seguridad de nuestro universo privado y súbitamente nos volvemos débiles, desamparados e indefensos. Un cuento es como decir: “Mira, hay otro que encontró esta salida, ¿por qué no la pruebas tú?”
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