Que gran decepción tenía el joven de esta historia... Su amargura
absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las
personas. Al parecer, ya a nadie le importaba nadie.
Un día, dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña
liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido, el cual no podía valerse
por sí mismo. Le impresionó tanto al ver este hecho, que regresó al día siguiente
para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual.
Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba
un buen trozo de carne cerca del tigre. Pasaron los días y la escena se repitió
de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la
comida por su propia cuenta.
Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se
dijo: "No todo está perdido... Si los animales, que son inferiores a
nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las
personas".
Y decidió hacer la experiencia: Se tiró al suelo, simulando que estaba
herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara.
Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda.
Estuvo así durante todo el otro día, mucho más decepcionado que cuando
comenzamos a leer esta historia, con la convicción de que la humanidad no tenía
el menor remedio, sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la
soledad del enfermo, la tristeza del abandono... Su corazón estaba devastado,
ya casi no sentía deseo de levantarse, entonces allí, en ese instante, lo
oyó...¡Con qué claridad, qué hermoso!, una hermosa voz, muy dentro de
él, le dijo: "Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que
todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad, para
encontrar a tus semejantes como hermanos, deja de hacer de tigre y simplemente
sé la liebre".
Reflexión:
Puede
ser que a lo largo de nuestra vida hayamos sido más tigres que liebres.
Tomar
conciencia de nuestra vida, de nuestro interior, de lo que pensamos y de lo que
sentimos, nos transforma. La imagen que tenemos de nosotros está tejida de
pensamientos de lo que creemos ser, no de lo que realmente yo “soy”. No me
canso de repetir que las cualidades que cultivamos en nuestra mente y en el
corazón influyen poderosamente en nuestro bienestar físico y psicológico.
El
desarrollar nuevas capacidades que nos lleven a poder percibir, actuar, pensar
y sentir de otra manera no solo propicia una mejor salud y una mayor felicidad,
sino que además como demuestran estudios actuales pueden modificar nuestra
fisiología y nuestra neurología.
Hay
muchas maneras de ayudar a los demás, a veces un simple gesto tiene mucha más
fuerza de lo que podríamos imaginar. Ya lo decía el escritor León Tolstói, “El que ayuda a los demás se ayuda a sí mismo”.
Muchas veces delegamos en los demás lo que deberíamos hacer nosotros, si el
otro no me ama, no me respeta o no me cuida como yo necesito, decimos “mi vida no vale nada” y no nos damos
cuenta que somos nosotros, los que debemos darnos todas esas atenciones, mi
vida empieza y acaba conmigo, con la persona que vamos a convivir el resto de
nuestra vida es con uno mismo.
Montse
Parejo
Psico-Oncóloga