martes, 4 de diciembre de 2012

La rana que no sabía que estaba hervida

Me gustaría compartir este breve relato de Oliver Clerc, escritor y filósofo. Según este autor, a través de la metáfora podemos ver los peligros nefasto de la no conciencia del lento cambiar, que puede infectar nuestra salud, nuestras relaciones, la evolución social y ¡Como no!, el ambiente.

El relato dice así:
Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.

Reflexión:
"Lo que nos enseña la alegoría de la rana es que siempre que existe un deterioro lento, tenue, casi imperceptile, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía".
Muchas veces vamos por la vida como dormidos, aletargados, dejando pasar el devenir de los días, semanas, meses y años, sin hacer nada para romper con la apatía, la desidía o la rutina del día a día.
En muchas ocasiones me habran escuchado decir, "Hay dos cosas impepinables en la vida: Todo lo que nace, muere". Pero olvidamos lo más importante y es la de "vivir", ya nos toque tener una vida larga, o más corta. Cuando una enfermedad golpea nuestra vida, nos aferramos a la idea de la muerte, ya que esto es algo que a todos nos puede asustar pero por mucho que nos aferremos a ella, nos olvidamos de lo más importante que es, la de vivir. Muchos dícen que "mientras haya vida, hay esperanza" pero también lo podemos ver desde otra óptica y esta sería "mientras que haya esperanza, hay vida".
Hoy sabemos que la enfermedad puede ser una consecuencia del tipo de alimentación que llevemos, de la falta de ejercicio, del éstres, de una gestión desafortunada de nuestras emociones y como no, por determinados hábitos nocivos para nuestra salud.
Una premisa muy importante sería la de tener conciencia de nuestro momento presente. Vivimos pensando continuamente en el futuro y esto hace que nos quedemos dormidos en el sentido literal de la palabra; esperando una oportunidad y ya lo decía Antony Mello, escritor, "La oportunidad nunca llega, la opurtinidad ya está aquí".
Corrremos el mismo riesgo que la rana, a menos que aprendamos a mirar el presente, como consecuencia del pasado y el comienzo lento pero seguro del futuro distante.
Por lo cual debemos elegir: ¡Conciencia o cocción!!
Entonces, si no estás como la ranita ya medio cocinado o cocinada, da un saludalbe golpe con tus patas ¡antes que sea demasiado tarde!
Montse Parejo
Psico-Oncóloga

viernes, 5 de octubre de 2012

Las cinco bolas


En un discurso a los graduados en una universidad, hace varios años, el ex consejero de Coca Cola, Brian Dyson, habló sobre la relación entre el trabajo y otros compromisos.
       -Imaginen la idea como un juego en el que ustedes hacen malabarismos con cinco bolas que arrojan al aire.
Estas bolas son: el Trabajo, la Familia, la Salud, los Amigos y el Espíritu.
Pronto se darán cuenta de que EL TRABAJO es una bola de goma. Si se cae, rebota. Pero las otras cuatro bolas: FAMILIA, SALUD, AMIGOS y ESPÍRITU son de vidrio. Si dejan caer una de esas, van a quedar irrevocablemente dañadas, rayadas, rajadas o rotas. Nunca volverán a ser las mismas.
-Compréndalo y busquen el equilibrio en la vida. ¿Cómo...?
-No disminuyan su propio valor comparándose con otros. Es porque somos todos diferentes que cada uno de nosotros es especial.
-No fijen sus objetivos en razón de lo que otros consideran importante. Solo ustedes están en condiciones de elegir lo que es mejor para ustedes.
-No den por supuesto las cosas más queridas por su corazón. Apéguense a ellas como a la vida misma, porque sin ellas la vida carece de sentido.
-No dejen que la vida se les escurra entre los dedos por vivir en el pasado o para el futuro. Si viven un día a la vez, vivirán TODOS los días de su vida.
-No abandonen cuando son capaces de un esfuerzo más. Nada termina hasta que uno deja de intentar.
-No teman admitir que no son perfectos. Ese es el frágil hilo que nos mantiene unidos.
-No teman enfrentar riesgos. Es corriendo riesgos que aprendemos a ser valientes.
-No excluyan de su vida al amor diciendo que no se lo puede encontrar.
-La mejor forma de recibir amor es darlo; la forma más rápida de quedarse sin amor es aferrarlo demasiado; y la mejor forma de mantener el amor es darle alas.
-No corran tanto por la vida, que lleguen a olvidar no sólo donde han estado sino también adonde van.
-No olviden que la mayor necesidad emocional de una persona es la de sentirse apreciado.
-No teman aprender. El conocimiento es liviano, es un tesoro que se lleva fácilmente.
-No usen imprudentemente el tiempo o las palabras. No se pueden recuperar.
-La vida no es una carrera, sino un viaje que debe ser disfrutado a cada paso.
Montse Parejo.
Psico-Oncóloga

miércoles, 4 de julio de 2012

El resultado depende de TI


Érase una vez en un pueblo, un anciano que se le conocía en todos lados por ser muy sabio, era tan sabio que las personas que tenían una pregunta sobre cualquier tema iban a buscarlo y siempre les daba la respuesta correcta a sus inquietudes.
Un día un hombre envidioso de la fama del sabio decidió jugarle una trampa para acabar con su reputación y hacerlo quedar en ridículo así que se le ocurrió coger un canario en su mano y meter la mano en una caja para que el sabio no pudiera ver. Le preguntaría al sabio si el canario que estaba en la caja estaba vivo o muerto, si el sabio respondía que estaba vivo el lo aplastaría y lo sacaría muerto, y si por el contrario respondía que estaba muerto lo sacaba vivo y de cualquier forma el sabio se equivocaría.
Muy emocionado le contó a algunos vecinos que al día siguiente al medio día iba a demostrar que el sabio no era tan sabio como todo el mundo creía y estas mismas personas se encargaron de correr la voz y enterar a todo el pueblo.
Al siguiente día una muchedumbre curiosa y chismosa estaba enfrente de la puerta de la casa del sabio, el hombre toco la puerta y abrió con la sonrisa que siempre lo caracterizaba, miro a todos los que estaban presentes a los ojos y dijo “hijo mío, ¿en que puedo ayudarte?” a lo que el hombre contesto “Señor, se dice que eres muy sabio y todo lo conoces, he venido a probar eso y sólo necesito que me respondas a una simple pregunta… ¿el canario que está en esta caja está vivo o muerto?”.
El anciano se quedo pensativo y respondió: “la vida de ese animal esta en tus manos hermano, si tu quieres que viva o si quieres que muera esa es tu decisión y responsabilidad”.
El hombre quedo asombrado al ver que no pudo engañar al viejo y se dio cuenta que ese anciano era el hombre más sabio del mundo.

Reflexión:
Tal como en el cuento, tu vida y tu futuro dependen solamente de ti, si quieres dejar vivir tus anhelos y deseos más profundos o si los dejas morir, solo depende de una persona: de ti mismo.
Si quieres algo en tu vida sólo dependerá de ti conseguirlo pero para conseguirlo tendrás que dedicarle tiempo, dedicación, esfuerzo, sudor, lágrimas, etc., para que aquello que se desea se haga realidad, sino seguirá siendo solamente un sueño.
La gente que dice que la vida “no vale la pena” están equivocados, porque lo que realmente están diciendo es que no tienen metas que valen la pena. Fíjate una meta por la que vale la pena luchar sin parar. Siempre ten una lista de metas por lograr, cuando completes una, sigue con otra”.  (Maxwell Maltz).
Montse Parejo
Psico-Oncóloga

lunes, 2 de abril de 2012

Las cuatro estaciones

Había un hombre que tenía cuatro hijos. El buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces los envió a cada uno por turnos a visitar un peral que estaba a una gran distancia.
El primer hijo fue en el invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo más joven en el otoño.
Cuando todos ellos habían ido y regresado; él los llamó y juntos les pidió que describieran lo que habían visto.
El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido.
El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas.
El tercer hijo no estuvo de acuerdo, el dijo que estaba cargado de flores, que tenia aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto.
El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, el dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.
Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían la razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol.


 
Reflexión:
No dejes que el dolor de una estación destruya la dicha del resto.
No juzgues la vida por solo una estación difícil.
Aguanta con valor las dificultades y malas rachas porque luego disfrutarás de los buenos tiempos.
No debemos juzgar a un árbol, o a una persona, por solo ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.
Si tú te das por vencido en el invierno, habrás perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano, y la satisfacción del otoño.
Sólo el que persevera encuentra un mañana mejor.

Montse Parejo
Psico-Oncóloga

lunes, 27 de febrero de 2012

La laguna helada

Cuenta una leyenda que había unos niños patinando sobre una laguna congelada.
Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación; cuando de pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua. Otro niño, viendo que su amiguito se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron:
-         ¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar, ¡con esa piedra y sus manos tan pequeñas!!
En ese instante apareció un anciano y dijo:
-         “Yo se cómo lo hizo”
-         ¿Cómo? Le preguntaron a la anciano, y él contestó:
“No había nadie a su alrededor que le dijera que no se podía hacer”…

Reflexión:
Esta historia es tan cierta que muchas veces no somos conscientes del poder que cada uno de nosotros puede llegar a tener. ¿Cuantas veces las circunstancias que nos tocan vivir hacen que nos sorprendamos de nuestra reacción? Sin duda, el éxito comienza con el pensamiento. Permítanme compartir con ustedes unas estrofas del  poema del Doctor Cristian Barnard que dice así:
“Si piensas que estas vencido, lo estás. Si piensas que no te atreves, no lo harás. Si piensas que te gustaría ganar pero no puedes, no lo lograrás. Si piensas que perderás, ya has perdido. Piensa que puedes y podrás…”. Como ven tanto si crees que no puedes como si crees que puedes, estas en lo cierto.
Si nos fijamos bien, son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. Tenemos que saber que la mente es demasiado loca para confiarle nuestra vida, la mente va continuamente de excitación en excitación, esto hace que nos impida disfrutar de la vida. Muchos médicos dicen que padecemos el “síndrome de déficit del deleite”, esto quiere decir, que no sabemos gozar de lo que nos da la vida. No podemos olvidar que un 10% es lo que nos pasa y un 90% es lo que hacemos con lo que nos pasa.
Cada uno de nosotros tiene el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas “no puedo” ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes.
A menudo, la preocupación excesiva no es otra cosa que una manera de inhibir la acción. Mientras nos preocupamos, parece que estemos prestando atención a un problema y, sin embargo, no hacemos nada para solucionarlo. La verdadera atención empieza por aceptar la realidad y utilizar nuestros recursos para cambiar lo que sea posible. Por eso sería bueno demandar:
“Serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, Valor para cambiar aquellas que si dependan de mí y Sabiduría para saber diferenciar entre ambas”. (Reinhold Niebuhr).
No te olvides de cuidar el presente porque en él vivirás el resto de tu vida.
Montse Parejo
 Psico-Oncóloga

martes, 10 de enero de 2012

La tristeza y la furia

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...
Había una vez...
Un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos, entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida - sin saber por qué - se baño rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua...
Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

Reflexión
Este bonito cuento nos permite introducirnos en el mundo de las emociones. Las emociones positivas (alegría, buen humor, optimismo) son un beneficio para nuestra salud, ya que ayudan a soportar las dificultades de una enfermedad y facilitan su recuperación, las emociones negativas (ira, la rabia, la angustia, el miedo, la desesperanza, la ansiedad) y el estrés influyen negativamente en la salud favoreciendo la aparición de ciertas enfermedades, ya que hacen más vulnerable el sistema inmunológico (responsable de nuestras defensas), lo que no permite su correcto funcionamiento.
Hoy sabemos que las emociones tanto positivas como negativas modifican nuestra capacidad inmunológica. Gracias a las emociones se produce una activación que nos proporciona la energía necesaria para responder, rápidamente a un estímulo que atenta a nuestro bienestar físico o psicológico, permitiendo así, nuestra supervivencia.
La salud no es un estado, es un proceso y muy dinámico. Por tanto, siempre puedes reforzar tu salud si trabajas tus emociones.
"El buen humor es la salud del alma; la tristeza su veneno".
Montse Parejo
Psico-Oncóloga